De ciento en viento (¿alguna más por aquí obsesionada con incluir repertorio refranil en su vocabulario?) me levanto con una fijación clara. Vamos a pasear hasta la desembocadura del Gállego. A Mario no le queda otra que apretarse las zapatillas y beberse rápido el café. Sabe que este no es un deseo cualquiera. Es algo más parecido a una necesidad que toma forma de capricho de domingo. Porque esta escena ocurre casi siempre en domingo. A veces, puede darse que es sábado. Pero eso no ocurre casi nunca. Casi siempre es domingo.
Busco un patrón. Creo que el denominador común es una semana tremenda. Un no puedo más. La necesidad absoluta de salir disparada con dos cohetes en los tacones y llegar lo más lejos posible. Todavía no he encontrado este modelo en Vinted, así que, de momento, me voy a pasear al Gállego. Cumple su función. La semana pasada fue una de esas semanas LOKAS. Grandes decisiones que implican grandes cambios y cerrar más cosas de curro de las que podré gestionar cuando lleguen. Además, un sábado con resaca mortal. El domingo amaneció siendo primavera, así que solo había una opción posible.
Para llegar a la desembocadura del Gállego no hacen falta más que unas zapatillas un poco cómodas. Puedes ir andando desde tu casa (si vives en Zaragoza). Nosotros paseamos Gran Vía abajo, bajamos Constitución y recorremos todo el lateral del Huerva hasta llegar al parque Bruil. De ahí a la ribera del Ebro hay cinco minutos. Ah, y de camino puedes pasar por el Acho a por un aislante (ice latte en aragonés) para llevar. Cruzas el puente que quieras. El de Hierro, que por cierto, una de las únicas votaciones populares que se han hecho en la ciudad fue para decidir de qué color pintaban este puente y la resolución fue que de los colores del Real Zaragoza. Por eso no hay que confiar en el pueblo. O por el Azud del Ebro. Acabo de buscar cómo se llama este puente porque siempre ha sido el siguiente al puente de Hierro. Que, por cierto, no se llama puente de Hierro, sino Puente de Nuestra Señora del Pilar. Siempre he sido más de materiales que de santos.