Me ha costado un poco meter la marcha trabajo después de mi semana de vacaciones. Me consuela creer que cuanto mejores han sido las vacaciones —más aisladas, inspiradoras, divertidas, relajantes— más cuesta bajar de esa nube maravillosa que debe ser lo más parecido al cielo (o a que exista el dinero infinito) y sentarse delante de un ordenador.
Pero ya estoy sentada delante de mi ordenador y no me queda otra que hacer todo lo posible por fijar-atornillar-pegarconsuperglu-soldar-fusionar todos los impactos que han recibido mis retinas, oídos y papilas durante la semana pasada. Creo que viajar es un poco eso. No solo viajar. Simplemente, no trabajar. Da igual dónde estés. Tú dejas de trabajar y es que lo que le ocurre a la cabeza es cosa loca. Venga ideas. Venga ocurrencias. Dejas de morderte las uñas. No te acuerdas de que fumabas. No existe la culpa. Comer pasta tres veces al día se siente correcto y te cae bien tu jefa. Igual perdonarías hasta a tu ex.
Pues en esta ensoñación de creer que todo es posible y que, en efecto, el dinero es infinito, me he encontrado yo durante mis días en Italia. He comido como una reina, si he podido, cinco veces al día. Me he permitido pequeños lujos, como coger la habitación con el desayuno incluido, comprarme calcetines hechos a mano o entrar en una tienda de libros y revistas independientes y llevarme dos. Mi cuenta de banco y mi microbiota ya están juzgándome por ello, así que no lo hagáis vosotras. Envidia permitida. Juicio, no.
Es verdad que me he alegrado de volver a mi casa, de dormir en mi cama, de ver a la gata, de estar ocho horas seguidas con mis amigas y no querer volver a separarme de ellas. Pero eso de que si te gusta tu trabajo nunca trabajarás, MENTIRA COCHINA. Yo por mí, a tope con abolir esta tortura. Abajo el trabajo y arriba el dinero infinito. Y ya, si puedo pedir una cosita más, que yo creo que lo de los deseos va de tres en tres, pues que se pueda comer pasta tres veces al día sin que te duela la barriga.
Volviendo a mis vacaciones, que es a lo que he venido a hablar. Estos días pretendo escribir sobre ellas. No hoy. Hoy solo me quejo de trabajar. Hasta ahora, mis guías y mapas para visitar y comer los he compartido en Instagram sin filtro. A partir de ahora voy a gatekeepear y a monetizar mi investigación y mis contactos. Las próximas entregas van a ser diarios/resúmenes/guías de Nápoles y Bolonia, basadas en mi experiencia exprés y la investigación previa que hice, que no fue poca, así que eso, nos vemos al otro lado del muro de pago con mucha pasta, pizza y demás ricuras c: